septiembre 19, 2024

Sayuri Loza: los tarijeños han sido los primeros federalistas

La polifacética historiadora Sayuri Loza repasa el proceso histórico del departamento de Tarija y su anexión a Bolivia explorando algunos de los pasajes más desconocidos en el marco de la emergencia fundacional del continente.

El País.-  ¿Qué sucedía en Tarija en 1825?, ¿Cuáles eran sus opciones?

Sayuri Loza.- A diferencia de regiones más centralizadas como La Paz, la misma Potosí o Cochabamba, Tarija a partir de 1806 o 1807 tiene una ambigüedad. A partir de las nuevas disposiciones del Rey Carlos IV, que de ser parte de la jurisdicción de Potosí le había entregado la jurisdicción de Tarija a las Provincias Unidas del Río de la Plata, en realidad la intendencia de Salta.

Tarija tenía en ese momento el cambio de jurisdicción, que es algo que se estaba haciendo muy a menudo durante el gobierno de los Borbones y que de alguna manera movía mucho las antiguas organizaciones que habían durado mucho tiempo. De todas maneras para 1825 y a raíz de todo el conflicto bélico que tuvo lugar, tanto en la independencia de Bolivia pero también con la independencia de Argentina, no se había tocado muy a profundidad del tema y para 1825 es nuevamente puesto sobre la mesa.

Tarija tenía la intención, por un lado, de formar parte de Argentina que se llamaba Provincias Unidas del Río de la Plata. Pero había una fuerte presión de parte del Alto Perú de que conforme parte de una de las provincias de lo que después se llamaría Bolivia.

Creo que el gran el gran problema aquí no era tanto que Tarija no quería formar parte de  Bolivia, sino que no quería ser parte de la provincia de Potosí. Potosí de alguna manera había tenido un papel extremadamente centralista durante la época colonial por ser base de la de la mina del Cerro Rico. Potosí (eso lo dice Carlos Empatas a Dorian) es el centro económico, el corazón del Alto Perú y a ello contribuían la coca de La Paz, ganado y bebidas de  Tarija, del sur, de Salta y Tucumán, azúcar de Santa Cruz, choclos y textiles de Cochabamba. Todas las provincias enviaban sus productos a Potosí.

Tarija no quería ser parte de ello porque, precisamente por ese extremado centralismo potosino, no les llegaban ni presupuestos ni obras ni tenían la capacidad de tener, por ejemplo, una catedral importante o un obispado. No había espacio porque Potosí ocupaba todo, entonces Tarija no quería seguir siendo parte de Potosí.

En algún momento, de las opciones que tuvo Tarija la primera era esa precisamente: volver a ser parte de Bolivia siguiendo las diferencias territoriales que había habido antes de 1807 y volver a ser parte de la provincia de Potosí, pero ya dentro de la República de Bolivia, que no era parte del Reino Español.

Su otra opción que buscaron grandemente es formar parte de las Provincias del Río de la Plata y había una tercera opción que era muy interesante porque había quienes decían: “Nosotros no queremos ser ni argentinos ni bolivianos. Nosotros queremos ser una provincia independiente, podemos hacerlo. Tenemos, además, nuestra propia identidad y queremos autogobernarnos, es lo que queremos.

De alguna manera, si nos ponemos a pensar los tarijeños han sido los primeros federalistas, los primeros en querer salir del centralismo porque el Alto Perú, Bolivia, tiene una historia muy fuerte de centralismos.

EP.- ¿Qué aspectos se valoraron en la toma de decisión? ¿Por qué se tomó la decisión de unirse a  Bolivia?

SL.- No necesariamente ha sido una cuestión decisiva de los tarijeños. Aunque sí había muchas voces que decían que preferían formar parte de Bolivia que de Argentina.

En realidad, también ha habido una guerra que lleva adelante Andrés de Santa Cruz el 1831. Así como años antes se había mencionado a Tarija como una provincia más de las Provincias Unidas del Río de la Plata, (Andrés de) Santa Cruz para cambiar la situación nombra  Tarija como un departamento. Entonces, hay ahí roces y conflictos, una guerra.

Además, la guerra tiene que ver con la confederación Perú – Boliviana. Otto Felipe Brown es el que se enfrenta al general de las Provincias Unidas y hay un conflicto bélico que es difícil de resolver. Es tanto así que inclusive se arrastra esto hasta bien entrado el siglo XIX. En 1858 todavía hay conflictos, todavía se está tratando lo que se llamaba la famosa “cuestión de Tarija” que no cambia.

Entonces, hay por un lado la voluntad de Bolivia de querer reinsertar la Tarija y que sea parte del país, hay voluntad de tarijeños. Pero, por otro lado, también hay una fuerte presión de parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata y de otros tarijeños que les parece más interesante ser parte de Argentina.

Es decir, no hay no hay un acuerdo, hay conflicto bélico, hay presión política, hay también una cuestión económica. En algún momento las Provincias Unidas del Río de la Plata se van a enfrentar al Reino de Brasil, que todavía era reino, eso les hace retroceder un poco en sus ambiciones por anexionarse a Argentina.

Es una situación compleja que es muy difícil de resolver es uno de los grandes problemas que tiene la formación del territorio boliviano en el siglo XIX.

EP.- ¿Cómo hubiera sido una Tarija independiente?, ¿Qué riesgos y qué oportunidades se le hubieran presentado?

SL.- Bueno, a nosotros los historiadores no nos gusta trabajar con la historia contrafactual, el decir qué hubiera sido o cómo hubiera pasado. En realidad, no lo sé, soy honesta. No lo sé porque existen muchos factores económicos, sociales, políticos.

Podría animarme a decir que quizás si Tarija hubiera sido independiente, habría sido un país como Uruguay. Uruguay, en su momento, tuvo una situación muy parecida a Tarija, que quería anexionarse a las Provincias Unidas, que querían ser parte de Argentina. Pero llegó un momento en el que Uruguay decidió batírsela solita y hoy es uno de los países más tranquilos, más avanzados, mejor armados de toda Latinoamérica. Han tenido sus problemas, por supuesto, los tupamarus, las terribles dictaduras que han sufrido, igual que nosotros. Pero actualmente son un país muy rico, son ganaderos, les va muy bien les va mucho mejor de lo que nos va a los bolivianos, sin duda.

Pero el hecho de que ambas regiones,  Tarija y Uruguay, tuvieran las mismas condiciones y las mismas circunstancias no es garantía de que tuvieran el mismo destino. De alguna manera, nosotros los bolivianos podríamos haber tenido un destino similar al del Perú porque éramos regiones muy parecidas. Pero eso no pasó, Perú fue un despegue diferente.

Quizás si pensamos en cómo en el siglo XIX los países latinoamericanos han sido capaces de insertarse al mercado internacional. Por ejemplo, los ecuatorianos exportaban chocolate, los peruanos exportaban el guano, a nosotros nos tocó exportar la plata y la Argentina tuvo un movimiento económico de los productos cárnicos que exportaba Europa, muchísima carne, al igual que Uruguay.

Pero ¿qué hubiera exportado Tarija?, ¿cómo se hubiera sumado al mercado internacional del siglo XIX para poder tener un crecimiento? No sé si hubiera habido algo que hubiera podido exportar. De no haberlo hecho, quizás hubiera tenido la difícil tarea de construirse a sí misma, de buscar una manera de elevar su Producto Interno Bruto. Otro gran problema que tenía Tarija era que era una región con pocos habitantes. La mayor cantidad de habitantes de  Bolivia se concentraba en Potosí, La Paz y Sucre. Cuando no hay muchos habitantes es difícil ue el PIB crezca.

En lo social no creo que hubiera habido mucho problema, aunque no olvidemos que Tarija tenía a los tobas, un grupo étnico conocido por ser belicoso, ellos vivían un poco como los pueblos del Oriente y había incursiones de ellos que atacaban a los ciudadanos. Entonces no es que hubiera sido una población más homogénea. No lo creo porque había una población que no era la población “hispana”, si se quiere.

Por otro lado, están los factores políticos, es muy difícil mantenerse independiente teniendo una región tan fuerte y poderosa como Argentina al sur. Uruguay lo hizo, pero fue un trabajo complejo, fueron negociaciones, conflictos, el poder trazar las fronteras. Entonces es un poco difícil. Lo que sí creo es que no la habría tenido fácil, un país tan chiquitito no lo habría podido lograr. No nos olvidemos, además, que el contexto internacional en el siglo XIX en Latinoamérica es de constante cambio: Colombia se destruye y se transforma, Honduras, El Salvador empiezan a moverse, se unen y se separan, hay provincias grandes y otras pequeñas, por momentos suben al poder y luego bajan.

Esos desequilibrios no sé si le habrían permitido despegar, pero creo que la cuestión clave aquí es cómo hubiera hecho  Tarija para insertarse al mercado internacional como se insertaron los países latinoamericanos durante el siglo XIX. Esa es la clave para que los países crezcan.

Los países que han logrado insertarse correctamente al mercado han sido capaces de sobrevivir, de mantenerse. En el caso de Bolivia no tanto porque nunca hemos podido sustituir nuestras importaciones y hemos sido siempre exportadores de materias primas. Pero los otros países la tuvieron diferente y es a partir de ese aspecto.

EP.- ¿Y siendo provincia de Salta?

SL.- Es difícil la historia contrafactual. Creo que siendo una provincia de Salta estaría igual que están las provincias de Salta ahora, como es el norte de la Argentina probablemente estaría viviendo una crisis económica. Miremos cómo es esto porque hasta el momento del boom de los hidrocarburos recibió muchísimo del IDH gracias a la nacionalización y le fue bastante bien a Tarija como departamento. No habría pasado eso si hubiera sido una provincia de Salta, seguramente estaría en medio de la crisis económica que se ha desatado en Argentina hace ya unos cuantos lustros. Así que quién sabe, quizás se verían un poco más adelantados en el sentido de que sería una ciudad con más automóviles, con empresas, industrias.

Pero no sé si eso es positivo. Personalmente me parece que el gran encanto de Tarija es que es un pedacito de paraíso en medio del caos, de la locura de las grandes ciudades, de Santa Cruz o El Alto, que son pujantes y que son poderosas. Pero son ciudades que están totalmente abstraídas en el capitalismo, viven para trabajar, se levantan temprano, van a hacer plata, son comerciantes, se mueven de aquí para allá, están en medio de la política.

En cambio, la vida en Tarija justamente quizás por esa marginalidad que le ha acompañado le da le encanto que tiene. El chapaco se levanta parsimoniosamente, vive su vida tranquilo, entiende mejor la plenitud de la vida. Para mí ese es un valor que está por encima de ser parte de un país campeón de fútbol, que es el otro caso, si fuera parte de las provincias de Salta seguramente se sentirían orgullosos de ser campeones del último mundial, sin duda.

EP ¿Cómo le hubiera ido a  Bolivia sin  Tarija?

SL.- No hubiera tenido ese gran momento del auge de los hidrocarburos. No sé cómo hubiera sido la Guerra del Chaco, por ejemplo, gran parte del Chaco estaba en Tarija. Creo que el asunto de Bolivia es que es un país minero, en Tarija no hay minas, entonces quizás no habría cambiado mucho en términos de sus ciclos económicos, salvo el de los hidrocarburos.

Pero insisto, la historia contrafactual puede ser engañosa.

Es importante pensar que probablemente Bolivia sin Tarija, más allá de lo económico, no habría tenido las hermosas chapacas, no habría tenido los malos chistes que hacen de Tarija que siempre los ven como que son los últimos en enterarse. Insisto, no habrían tenido tampoco este pedacito de paraíso no este lugarcito porque Argentina es grande y basta y es muy poderosa y tiene mucha identidad. Cada provincia tiene su propia identidad, una cosa son los porteños, otra cosa son los de Santiago Del Estero, Salta, Jujuy, Mendoza y en medio de eso no sé si la identidad chapaca hubiera sido tan fuerte porque cuando nosotros pensamos en Tarija como parte de Bolivia la entendemos como una más de las fuertes identidades. Somos cambas, collas y el chapaco no es ni camba ni es colla, es chapaco, tiene esa diferencia.

Nosotros toditos aymaras, cambas, alteños, cochabambinos somos gente conflictiva, somos gente que vive en el conflicto. Pero los chapacos no, son los que nos calman, los que inclusive con su hablar así lentito, parsimonioso y bonito nos enseñan a calmarnos.

Entonces para mí Bolivia sin Tarija económicamente tal vez no habría sido muy diferente, pero sí en términos identitarios, en términos de entender la pluralidad como realmente es, no como discurso político ni victimista, sino como lo que realmente es la pluralidad.

Por ejemplo, en mi caso yo soy descendiente. Mi lado paterno es de chapacos y mi lado materno es de aymaras bien aymaras. En mí se debaten esos dos espíritus y entiendo a veces cómo necesito a los dos aplacarlos.

Creo que los bolivianos tenemos eso, tratar de entender ese espíritu tan bonito de los chapacos, de esa vida lenta, tranquila, de poder bailar, de la vendimia, Además, eso, en  Tarija tenemos los mejores vinos, tenemos ese lugar del cual sentirnos orgullosos y no habría eso. Quizás preguntarnos qué sería de  Bolivia sin Tarija, nos haría entender mejor que mucho la hemos marginado. Pero insisto, qué bien que la hemos marginado porque si no sería uno más de esos departamentos conflictivos. Pero esas son imaginaciones mías que tienen muy poco de objetividad porque, al final, los historiadores vemos la historia en base a datos, no podemos ver lo que hubiera pasado o lo que va a pasar en el futuro. Pero es un bonito ejercicio para expresarle el cariño que le tenemos a Tarija.

elpais.bo